Relacionado con la mujer musulmana

Son muchos los análisis que se ha realizado sobre la evolución de los derechos de las mujeres, los cambios sufridos en el último siglo y las barrera de la discriminación. Sin embargo, la mayoría de análisis se centran en la mujer occidental.

El Islam

La religión es una de las principales causas a las que se atribuye la discriminación de la mujer en las sociedades musulmanas. Sin embargo, cabe contemplar la posibilidad de que no sea la religión en sí la causa de esta discriminación, sino la mala interpretación del Corán lo que lleva a ella. Podemos considerar que la situación que sufren actualmente las mujeres, en ciertos países musulmanes, no ha sido directamente dictada por el Corán. En muchos casos se trata de costumbres anteriores a la implantación del Islam y, sobre todo, a la errónea interpretación por parte de los ulemas (expertos en leyes) de algunos versículos del Corán, desviaciones que se extendieron con posterioridad a otros países. Estas interpretaciones se realizaron en el marco de una sociedad en la que los hombres eran los principales sustentadores económicos de las familias, de manera que se extendieron y no han sido revisadas. De hecho, la abogada iraní y premio Nobel de la Paz 2003, Shirin Ebadi, afirmó durante su participación en el Forum de Barcelona 2004 que el Islam, la religión musulmana, no dice que la mujer deba estar sometida al hombre: son los gobernantes de Irán los que hacen una mala e interesada interpretación de lo que establece la religión islámica.

En muchos países, la reinterpretación del Corán ha tenido como resultado la eliminación de leyes claramente discriminatorias para las mujeres. Por ejemplo, en Túnez una reinterpretación del Corán ha dado como resultado la abolición de la poligamia. De la misma manera, en ese país se ha establecido leyes que permiten a la mujer su incorporación a la vida pública.

Sin embargo, también podemos encontrar el caso completamente contrario. En Argelia, el desconocimiento por parte de la población, ha permitido a los islamistas fundamentalistas el establecimiento de una sociedad en el que las mujeres son consideradas seres inferiores en su entorno familiar y mantenidas al margen de todo contacto con el exterior. Una situación que, debido a la falta de educación, es asumida en silencio por la mayoría de argelinas.

Matrimonio y divorcio

En el Islam el matrimonio es considerado como algo sumamente sagrado. La mujer antes de la Revelación del Sagrado Corán, no tenía el derecho a elegir su futuro esposo, eran los padres de ella quienes lo escogían y ella debía aceptarlo aunque no fuera de su agrado. Desde la Revelación del Sagrado Corán (hace 1,413 años) es la mujer quien elige o rechaza al hombre con el cual quiere formar su hogar.

En el aspecto que aun queda mucho por avanzar es en el divorcio. En la mayoría de sociedades islámicas es el hombre el que tiene único derecho de pedir el divorcio. En estos países un hombre puede rechazar a una mujer hasta tres veces. Además, en el lapso de tiempo que trascurre entre la primera y la tercera puede volver a reclamarla cuando él quiera. Solo la tercera vez cuando la mujer oiga te repudio puede considerarse oficialmente separada. En esta situación la mujer deberá esperar un año para volverse a casar. En el caso de que sean las mujeres las que decidan divorciarse, la vía más rápida es la de renunciar a la pensión alimenticia y devolver el dote que el marido pagó por ella. Sin embargo, esta vía deja a la mujer totalmente indefensa y supone un gran número de gastos. En Egipto es uno de los países donde las mujeres viven esta situación.

La sexualidad

En muchos pueblos árabes la prueba de la virginidad continúa siendo un requisito para el matrimonio. La madre despliega una sábana ensangrentada ante la comunidad la mañana después de la boda para demostrar el honor de su hija. Sin esa prueba, seguramente el marido pida el divorcio. La virginidad mantiene intacto el honor de la familia, quizá por ello en muchas sociedades continúan practicándose ablaciones con el fin de disminuir el deseo sexual de las adolescentes.

La ablación consiste en la extirpación o corte de parte o partes de los genitales externos de las mujeres. Es por tanto una agresión a la integridad física de las mujeres. Además de constituir una clara violación de los Derechos Humanos, es un problema de salud publica, que según la OMS afecta a unos 135 millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Los motivos por los que se practica la Mutilación Genital Femenina son múltiples. Las razones más invocadas son la costumbre y la tradición, pero su objetivo es preservar la virginidad y fidelidad de la mujer.

Aunque los defensores de estas prácticas las consideran como un rito necesario de iniciación a la edad adulta, cada vez más hombres y mujeres en África y en todo el mundo se oponen a ella por considerarla una forma clara de violencia contra la mujer y una negación de sus derechos fundamentales. De hecho, la gran mayoría de pueblos musulmanes del mundo no la practican y en los países en los que se realiza la practican minorías no musulmanas. En España, el pasado mes de julio, el Congreso de los Diputados dictó una ley que permite a los jueces perseguir a los autores de esta práctica incluso fuera de nuestras fronteras.

El uso del velo

Para tratar del velo dentro del Islam hay que hacer referencia, como para el resto de las prácticas, a los fundamentos de la sharia o camino por el que se deben guiar los musulmanes. El uso del velo es un tema especialmente complejo. De hecho, los posibles usos y los significados que les atribuyen los millones de mujeres que lo llevan son, enormemente variados.

Son muchas las mujeres que lo llevan por tradición y, en ningún caso quieren renunciar a él, consideran que al cubrirse la cabeza se reivindican como mujeres. Es muy frecuente en ciudades como Tánger ver a mujeres con pañuelo por las calles del centro, trabajando cara al público en algún comercio o bajando de las furgonetas que las traen desde las fábricas y talleres. Son mujeres que con su presencia en ese espacio ya están cuestionando el sistema de géneros y su asignación dentro de él al espacio privado, doméstico. De hecho, Salima Abdeslam AISA, diputada por Melilla declaró hace unas semanas a un periódico nacional que el significado del pañuelo es que te valoren como persona, no como cuerpo, como un jarrón, incluso, llegaba a afirmar con convicción que las que llevamos velo somos feministas. También Jadicha Candela, letrada en el Congreso de los Diputados y transformada al Islam después de casarse, afirma que el arma fundamental contra la mujer es la ignorancia, no el velo. El derecho a la propia imagen es esencial: déjame que decida yo si el velo es una obligación.

El problema surge cuando, más allá de una opción personal, existe la imposición. Se trata de sociedades dónde se busca mantener un régimen antiguo y las mujeres son obligadas a llevar una indumentaria que las mantiene en un segundo plano. No son muy lejanas las imágenes de las mujeres afganas que cubrían todo su cuerpo con el burka por imposiciones del régimen talibán. De nuevo, múltiples interpretaciones para un mismo asunto.


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